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NAVE CASIOPEA

Como a todos nos ha pasado, el crecer implica cambios y no solo físicos, también en la forma de pensar. Tras la temprana separación de mis padres, la asistencia a clase y, sobre todo, la atención a las explicaciones del profesor, se me hacía muy difícil. En mi pecho sentía un fuego de rebeldía por todo lo que me había pasado, mi mente optó por evadirse a una zona de satisfacción, creada por y para mí. Por supuesto, esa zona era hacia arriba: el cielo, el espacio, el universo... Era el sitio donde quería ir, el que me gustaba, donde había visto cosas increíbles y donde todo tenía cabida. Así que decidí crear mi mundo en ese infinito universo.

Movía el bolígrafo sobre el papel sin saber a dónde llegaría esa línea sinuosa y sin sentido, pero que me resultaba placentera, me liberaba. Mi mano se dejaba ir resuelta pero ajena.

Cuando me detuve y levanté la mirada ella estaba allí. Entonces no sabía lo que era, pero me resultaba satisfactoria e incluso familiar. Ahora lo sé, era "Casiopea".

El trazo de esas líneas me había liberado por unos minutos, me relajó. Ahora tenía que desbordar mi fuerza contenida sobre ese laberinto tortuoso y llenarlo de energía. Comencé a pintar los espacios vacíos entre líneas con todos los colores que pude, sin concierto, sin pausa.

Cuando acabé sabía que siempre tendría una manera de evadirme, escapar y viajar a mejores lugares. Todo era alcanzable. Tenía mi nave "Casiopea".


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